IX. De las Baronías
Pronto tras aceptar el trono de Londres, tras organizar la corte, Lord Nathan estudió el dominio en un sentido más amplio y geográfico. Preocupado por la calidad de vida de los Primogénitos, decidió nombrar unos "Barones" que liberaran a los primeros de parte de sus tareas. Esta disposición agradó en extremo a los Primogénitos, agobiados como estaban de trabajo y sin tiempo propio para nada.
Las Baronías deberían formar una red de Elíseos en miniatura alrededor de la corte de Londres. Además de conseguir un control presencial en ciudades importantes, los Barones garantizarían la posibilidad de refugio de emergencia fuera de Londres, con comodidades y seguridad. La descentralización ofrece ventajas adicionales de cara a la alimentación y la Mascarada y acomoda a los vampiros más territoriales o solitarios.
Kongeriket Norge, Gangrel, es nombrado Barón de Norwich, al este de Londres.
Al oeste, la Toreador Lena D'Argentuil se convierte en Baronesa de Llandridood Wells.
Tras la marcha del Tirano las cosas empiezan a mejorar para todos. Paralelamente, se revisan y consolidan las relaciones de los Giovanni con la Camarilla y de los Milliner con Londres. Los Milliner, tradicionalmente más o menos independientes y díscolos, se integran de manera formal, amistosa y pacífica en el Principado. Mantienen su dominio en Escocia y su líder, Francis Milliner, recibe el título de Barón de Edimburgo.
Como gesto de amistad recíproco los Milliner obsequian un pequeño feudo en el extremo norte de las Highlands, un valle de poco valor práctico o estratégico, pero que es la tierra natal de Liam McLeod, chiquillo del Príncipe. En reconocimiento a este obsequio Liam es nombrado Barón de Donnelaith.
Exótica es la Baronía de Guam en las lejanas islas Filipinas. El Príncipe crea y mantiene esta colonia como punto de enlace con las cortes Kuei-jin. La Baronesa es Atalanta, chiquilla nada menos que de la Justicar Lucinde. La dama Ventrue, impresionada por las habilidades y éxitos diplomáticos del Loto Verde, le pide que la acepte como discípula y le permita aprender de su gobierno. Lord Nathan quita importancia y se muestra humilde y sensato, pero no se opone a que la muchacha se una a sus lugartenientes.
La distancia de Londres a Edimburgo es un tanto excesiva para estar desierta y al Príncipe le gustaría que un Barón rigiera alguno de los puntos intermedios significativos, como Liverpool, New Castle o Nothingam. No ha aparecido el candidato idóneo.
Asimismo, se desea un Tremere que mantenga una pequeña capilla en el sureste. Más que por el territorio, en este caso es por estrechar los entrañables lazos de amistad que unen a Nathan y Etrius, así como la importante potencia mágica que aporta este clan. Viena no termina de enviar a nadie para el puesto. Según mi contacto en la zona, lo que ocurre es que tienen un pequeño apuro. Nathan y su corte son un dechado de virtud, honor, valentía y devoción a la Camarilla, mientras que los Tremere son, bueno, Tremere. Monseñor Etrius quiere que su emisario no le cubra de vergüenza, y encontrar a alguien con esta cualidad requiere un estudio minucioso.
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