VI. De la expulsión de los garou

Antes del Loto Verde, Londres sufría una infestación de garou que atormentaban a vampiros y humanos por igual. Los Fianna, esos brujos tenebrosos que practican hechicería aberrante e invocan criaturas inimaginables. Mithras nunca pudo con ellos. Es decir, sus infelices soldados, ya que él no sacaba su persona del Elíseo. Ni siquiera con la ayuda de perreros y soldados profesionales de la Camarilla pudieron meterlos en cintura. Claro está que la secta no es demasiado buena entrenando Arcontes ni mucho menos en diplomacia.

El Loto Verde decidió tomar cartas en el asunto, al considerar inadecuado que sus amados súbditos vivieran con la amenaza garou. Conocedor de las costumbres de los perros y con un genio natural para la diplomacia, Lord Nathan tomó contacto con los Fianna y consiguió que aceptaran un duelo con determinadas consecuencias.

Para no exponer a nadie a peligros innecesarios, el Loto Verde se batió en combate singular con el líder de los garou. Lo derrotó e incluso le perdonó la vida. Los Fianna quedaron, pues, obligados a marcharse de Londres inmediatamente. El garou derrotado, furioso pero sin fuerzas para oponerse, fue reemplazado por dos jóvenes impulsivos que intentaron acabar con el Príncipe en contra del sentido del honor y la lucha justa. Pero fracasaron también, y los Fianna se marcharon de Londres.

Esta gesta heroica y desinteresada, amén de la tranquilidad que acarreaba, valieron infinitas loas y agradecimientos al Príncipe. Este siempre quitó importancia a lo ocurrido, diciendo que cualquiera hubiera hecho lo mismo.

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