Biografías - Lena d'Argentuil

Puesto: Baronesa de Llandrindood Wells, Caballería de la Tormenta. 
Clan: Toreador. 
Sire: ocialmente Geraldine, pero tengo indicios de que fuera Dianne. 
Chiquillos: 
Pareja: 
Anillo verde: sí. 
Ghoules: Zhang Ziyi.


Lena es originaria de Francia, de una vieja casa Toreador encabezada por la llamada Geraldine. Esta mujer y su progenie y adoptados fueron súbditos de la Princesa Dianne y del Príncipe que la precedía, también Toreador. Eran la típica casa Toreador que uno puede esperar: viciosos, artistas, hedonistas y cortesanos a partes iguales. Geraldine tenía fama de autoritaria y dura con sus subordinados. De hecho, era un personaje un tanto alarmante. Sus vicios y depravaciones iban un poco más allá de lo normal para los Toreador y se parecía peligrosamente a una Toreador Sabbat. Sus actividades indeseables y su deriva la llevaron incluso a fantasear con tomar el trono de París. Y Lena vio su oportunidad. 

Lena no es exactamente ambiciosa. Creo que le interesa más el arte y la dolce vita que el poder, pero no puede resistirse al glamour y el éxito de una victoria si la ve al alcance de la mano. Lena era leal a Dianne y el despotismo de Geraldine había causado cierto rencor. Otros testigos arman que Lena es de hecho chiquilla de Dianne, que habría recibido consejo de sus escoltas de enviarla a la casa de Geraldine para observar sus actividades. 

Como fuere, Lena decidió advertir a Dianne de los propósitos de Geraldine, traicionando a su casa formal pero manteniéndose leal al trono. Pidió permiso para resolver personalmente el asunto y eligieron el momento. Así, mientras el Elíseo se blindó y preparó para un posible ataque, Lena actuó en la mansión de Geraldine. Fingiendo ser la de siempre y estar de su lado, esperó a que los demás se durmieran. Consiguió mantenerse despierta con algún ritual macabro. Primero eliminó a los ghoules y luego, a base de puñales y ventanas abiertas, exterminó uno a uno a toda la casa de Geraldine. 

En general no se lamentaron estas pérdidas. La lealtad de Lena fue recompensada con un ascenso en la corte. Se convirtió en la protegida de Dianne y una de sus favoritas; la princesa la instruía personalmente y tenía en cuenta su opinión para las decisiones importantes. Entre los cortesanos corrientes, no obstante, no terminaba de encajar. Traicionar a la casa propia en favor del trono siempre es complicado. 

Pero Lena estaba contenta: pintaba y alternaba y disfrutaba de los honores que le prodigaban, ya fueran honestos o cínicos. De hecho, empezó a flirtear con la idea de ascender más y sentarse ella en el trono. Abelardo y Argent advirtieron a Dianne sobre este riesgo, pero la Princesa era demasiado ingenua y bondadosa para creer tales cosas de la que consideraba su mejor amiga. Consiguieron, al menos, alejarla temporalmente: convencieron a la Princesa de que enviarla a Londres una temporada, a formalizar relaciones con el recién aparecido Nathan, era una buena idea. 

Hubiera podido ser catastrófico, pero los consejeros de Dianne sabían que Nathan era uno de sus amigos más leales y no había riesgo alguno de conspirara contra ella ni le procurara ningún mal, de modo que le confiaron a Lena y le pusieron al corriente dela situación real. 

Casi de inmediato ocurrió la desastrosa traición de Mithras el Tirano contra Dianne. Lena, providencialmente en Londres, se salvó. El Dios del Movimiento Intestinal exigió la rubia cabeza de Lena, pero Nathan se negó desafiando la ira del persa. Una cosa era lanzar un asalto y otra, peor aún, reclamar a sangre fría y a distancia una muerte más. La amable pero severa reprobación de Nathan hizo que Mithras se olvidara de Lena a regañadientes. 

Lena se quedó a vivir en Londres, muy pensativa y preocupada por lo ocurrido y su milagrosa salvación. Se le quitaron las ganas del trono de París: una cosa era derrocar a la benévola Dianne y otra muy distinta enfrentarse a Mithras. En cuanto a Londres, aunque Lord Nathan también es excesivamente confiado, algunos consejeros perspicaces se ocuparon de vigilar a Lena. 

Aparentemente Lena ha disipado sus ideas conspirativas. Nathan, ingeniosamente, le ha quitado el ansia de poder dándole poder: fue nombrada Baronesa, con un dominio propio y súbditos Toreador; fue incluida en su escolta, la Caballería de la Tormenta; y además le fue obsequiado un anillo verde, que señala a las amigas del trono. Suficientes honores para formar parte de la élite, sin sufrir sus responsabilidades y quebraderos de cabeza. Lena está tranquila y cómoda... al menos por ahora. 

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