III. De la entronización del Loto Verde
Tras la marcha del Tirano, Londres se queda en un agradable y pacífico caos sin un líder visible, pero con todo el mundo respirando con alivio, alegría y felicidad. Las cosas marchan tan bien que no hay ninguna necesidad de un sucesor, pero las potencias extranjeras empiezan a murmurar que hace falta un Príncipe que garantice las Tradiciones y la Mascarada y aleje usurpadores y enemigos de la Camarilla.
Debido a la aclamación popular y a sus propios intereses y opiniones, los Primogénitos de Londres, los Príncipes de Europa y los Justicar eligen por unanimidad que Lord Nathan sea nombrado Príncipe de Londres. Declaman que es el mejor preparado para conducir las islas, además de tener un carácter benévolo, generoso y leal que inspira esperanza en los futuros súbditos. No obstante Nathan se niega, humilde pero decididamente, alegando que apenas es un recién llegado y cualquiera está en mejores condiciones de gobernar.
En un movimiento inesperado, la retorcida Justicar Ventrue anuncia que ha convencido a Lord Nathan para que asuma el trono. Dice haberle convencido en una "reunión privada" con "nuevos argumentos". Tal reunión nunca se produce, pero la sociedad ignora que es una mentira y celebra con alegría la subida al trono de Nathan. Este, perplejo, por sentido de humildad y lealtad, no se atreve a contradecir y poner en evidencia a Lucinde. De mala gana pero totalmente comprometido con la Camarilla, asume el trono.
Su primera medida es renunciar a su nombre. Explica que lo importante es Londres y la Camarilla, no su persona. Por ese motivo adquiere nombres como Loto Verde, Tigre Blanco (Bai Hu en chino), Nilakantha (Garganta Azul, ver mitos védicos), y de hecho llega a decir que no es Nathan, sino Shiva, en una evidente referencia a que primero está el todo que su discreta individualidad.
Entre tanto, la maledicencia, las burlas y las bromas de salón empiezan a hacer de las suyas. Lucinde parece satisfecha y muy sonriente, lo que unido a sus declaraciones de "reuniones" y "arugmentos" ponen en duda la reputación del Loto Verde y le cuestan el mote burlón de Príncipe Ardiente. Lord Nathan tolera la burla con resignación y paciencia.
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