VIII. Diplomacia

Las facciones y dominios llevaban estables bastante tiempo en Europa, con riñas ocasionales entre los Principados pero sin incidentes irresolubles. El infame asesinato de Dianne por parte de Mithras el Maligno indignó a la comunidad y tensó las cosas. Todos los Príncipes deploraron el acto y lamentaron la desaparición de Dianne, una mujer hecha a sí misma que se había ganado con tesón y valentía todo lo que tenía. Desde el corazón de la Camarilla gobernaba París y prestaba la misma atención y cuidados a cada vecino. Una triste pérdida que ensombreció a todos.

Pero lo hecho, hecho estaba y peor sería que alguna de las facciones se dejara llevar por la justa ira y provocara una guerra. Lord Nathan, con paciencia y gran acierto, fue acercándose a todas las casas y finalmente acercándolas a ellas entre sí. Obtuvo en un tiempo récord una alianza estable entre todos los Principados de Europa, así como los recién creados dominios de Japón y China, de los cuales hablaré en próximos capítulos.

Esta alianza ha traído una estabilidad sin precedentes y sorpresa entre propios y extraños. Incluso los Justicar admiraron esta proeza y se murmuró que el Loto Verde debería ser algo más que Príncipe, quizá Justicar o uno de esos gobernantes invisibles que rigen por encima de ellos; pero Lord Nathan lo descartó de inmediato, comprometido como estaba con el dominio y los otros Príncipes. Y esta vez Lucinde no pudo engañarlo.

El discurso de Nathan fue unificador y sensato, proponiendo una Europa unida y fuerte invulnerable a las mellas políticas del Sabbat, y mucho más fuerte ante las militares. Con la amplia variedad de enemigos que acosan a los vampiros honrados, era una lástima que discutieran entre ellos en vez de unirse y defenderse juntos. Sus palabras provocaron grandes ovaciones y asentimientos; he hablado con seis testigos que afirman que al menos Mithras y Etrius se emocionaron y tuvieron que esconder las lágrimas. Por motivos de etiqueta no les he preguntado, pero imagino que lo negarían envarados.